Este es un término que se maneja principalmente entre personas señantes y es prácticamente desconocido para el resto de la población sorda. Sus defensores lo utilizan para referirse a la supuesta discriminación o rechazo que sufren los sordos por parte de los oyentes debido a su condición, como una especie de "racismo" hacia los sordos.
Primero debemos tener claro que este término no existe y morfológicamente no expresa nada, por lo que su uso es completamente inapropiado. Si bien es cierto que las personas sordas son objeto de malos tratos y discriminación en muchos ámbitos, ésta discriminación no es distinta a la de cualquier persona con discapacidad. La sociedad debe luchar e invertir esfuerzos para que estas conductas sean erradicadas y que las personas con discapacidad tengan iguales condiciones al resto de la población. Sin embargo, un odio particular y ensañado hacia un grupo social (en este caso, a la comunidad señante), como lo tendrían los negros o los judíos, no tiene fundamento alguno y se deben en muchos casos a interpretaciones subjetivas de las circunstancias.
Es muy común que problemas generados por las barreras de comunicación que se yerguen alrededor de las personas señantes sean interpretadas como "audismo". Por eso es importante que las personas sordas, sean señantes o no, desarrollen y cultiven el lenguaje oral, ya que potencia sus capacidades de comunicación y amplía su círculo social.
Veamos algunos de los casos de "audismo" más comunes y veamos qué sucede en realidad:
Hay una gran diferencia entre la comunicación oral y la signada que no podemos ignorar y que afecta de manera importante el desempeño laboral: los oyentes pueden hablar y trabajar al mismo tiempo, mientras que las personas señantes deben abandonar sus labores para decir cualquier cosa. Ningún jefe va a aceptar que los empleados dejen de trabajar para ponerse a conversar.
Este es el típico caso de una persona extranjera acompañada por un guía. Si esta persona sorda no maneja bien la lengua oral es lógico de el dependiente trate de entenderse con el oyente.
Poner un intérprete de señas no siempre es posible por problemas de recursos o de logística. En esos casos la información escrita es un muy buen apoyo para las personas sordas. Algunos sordos que sólo se comunican con señas se molestan con esta circunstancia porque no saben leer o tienen un manejo reducido del lenguaje escrito. Esta es una situación que la organización de un evento no puede controlar.
Cuando cualquier persona nos pregunta sobre qué se habló en una charla, una clase o una película, lo más común es que demos una versión resumida. Es lo que hace todo el mundo, en todo lugar y con todas las personas. En primer lugar porque así transmitimos la idea principal eliminando información innecesaria y en segundo lugar porque nadie recuerda palabra por palabra todo lo que se dijo en una reunión.
También sucede a menudo que algunos sordos señantes poseen un dominio limitado de la lengua oral y la gente que los conoce les da una explicación en términos que puedan entender.
En las empresa los ascensos no se obtienen por antigüedad sino por rendimiento, esta situación la puede pasar cualquier empleado que no tenga un rendimiento adecuado para el ascenso. Es común que por sus limitaciones de comunicación un sordo señante tarde más tiempo en ser ascendido.
Este es un planteamiento engañoso con el que mucha gente se confunde, pues ocurre completamente lo contrario: Si se le quiere enseñara hablar a las personas sordas es porque se les considera parte de la sociedad y no se les ve como individuos externos o inferiores. Por el contrario, se les considera tan aptos y competentes como cualquiera.
En el caso contrario, si decimos que las personas sordas no deben oír y les negamos además la posibilidad de aprender nuestro idioma, entonces de verdad estaríamos rechazándolos por su condición, los consideraríamos inferiores y los estaríamos expulsando de la sociedad.
Las ideas modernas de integración buscan que nos veamos todos como un grupo heterogéneo de personas en el que lo normal es ser diferente y en la variedad está belleza.